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Plaza de armas de arequipa. 26 de julio, 2015.

Las revoluciones que nacieron con pulpinazos

Para un gobernante es fundamental saber cuándo ceder, pues puede perder mucho más de lo que parece estar en juego.

Publicado: 2015-01-28

La obstinación de Humala por mantener el régimen laboral juvenil, le costó mucho más que la derogación de la Ley. Con la renuncia de Sergio Tejada, perdió un cuadro político fundamental, la primera minoría parlamentaria y previsiblemente la presidencia del Congreso. El Nacionalismo ha complicado su alianza con Perú Posible, que junto con varios congresistas sublevados de Gana Perú, votaron contra la ley. Fracasó su estrategia de antagonizar con los partidos que cambiaron su posición, porque mientras trataban de culpar al fujimorismo y al Apra, la policía apresaba a los jóvenes manifestantes y Abugattás los mandaban a la mierda en las puertas del Congreso. 

La historia demuestra que cuando la terquedad impide a un gobernante ceder algo, puede terminar perdiéndolo todo. La revolución francesa, la revolución estadounidense y la independencia hispanoamericana, tuvieron su semilla en demandas razonables como una constitución, representación parlamentaria en la metrópoli o un régimen liberal, pero la obcecación debido a la incapacidad de entender la realidad a la que se enfrentaron, los llevó a mantener una posición dura. La monarquía francesa terminó guillotinada, Inglaterra perdió las colonias que engendrarían el país más poderoso del mundo y España se despidió de su imperio en América.

Sin embargo parte de la clase política se resiste con virulencia a aceptar esta verdad histórica. En twitter el congresista fujimorista Tubino afirmó “¡Las calles han empezado a gobernar el Perú, han doblegado al Congreso y al gobierno, es hora de pararlos!”.

Hace algunos años, el vicepresidente del gobierno de Toledo, Raúl Diez Canseco, en una conferencia en la Universidad Católica de Arequipa afirmaba que los arequipeños no entendieron el proyecto de privatización que desencadenó el Arequipazo de 2002. Completamente irreflexivo, no comprendió que Toledo ofendió a un sector de su electorado por incumplir una promesa de campaña. Pero lo que hizo salir a miles a las calles, fue el regateo de su gobierno al ofrecer plata cuando ya se contaban muertos entre los manifestantes. Toledo inició su caída libre en las encuestas, renunció todo su gabinete y la privatización pasó al olvido.

Para un gobernante es fundamental saber cuándo ceder, pues puede perder mucho más de lo que parece estar en juego. Esperemos que pensamientos como el del congresista Tubino no prosperen, de no ser así es probable que el próximo pulpinazo no sea sólo por una derogatoria, sino por la renuncia de toda la clase política.


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