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fuente: propia

Aldo Mariátegui y la mentira sobre Arequipa durante la Guerra del Pacífico

Alditus antes que lanzar mitos creados y reproducidos en los bares de los clubes de la alta burguesía limeña, debería leer un poco de historia

Publicado: 2015-03-23

Mariátegui en su columna de hoy indica “no me explico por qué Chile (…) no se engulló Arequipa (ciudad que jamás combatió contra Chile y se le rindió sin disparar un tiro)”. Esta frase repite un mito que no es más una mentira inmensa. Lo cierto es que los arequipeños derramaron su sangre en el campo de batalla para repeler la invasión. Si no hubo grandes combates en Arequipa, fue porque el grueso de los hombres que podían formar una milicia ya habían combatido en otras batallas en el sur, resultando muertos, heridos o en el mejor de los casos abandonados a su suerte por el gobierno de Lima. Basta con revisar los nombres de los batallones, para cerciorarse que varios de ellos estaban compuestos por arequipeños como el Cazadores del Misti N° 15, el Arequipa N° 17 o incluso uno formado por guardias y gendarmes de la ciudad.

Mariátegui debería enterarse que a las tropas invasoras las combatieron arequipeños como Francisco Bolognesi, probablemente nacido en Arequipa, hijo de arequipeña y criado en esta ciudad. La Campaña de Tacna y Arica contó con otros oficiales como Mariano Emilio Bustamante o Luis Herrera Zaconett. Estos oficiales sólo representan a algunos de los muchos arequipeños que lucharon en la Guerra de 1879, que en su mayoría conformaban la tropa de muchos batallones, como mi ancestro Juan Manuel Ampuero, que sirvió como amanuense del Coronel Alfonso Ugarte hasta su inmolación.

Mariátegui soslaya que mientras arequipeños, cusqueños, ayacuchanos, puneños, ariqueños y sobre todo heroicos tacneños se dejaban la piel en el campo de batalla, la burguesía limeña no se daba por enterada de las dimensiones del conflicto y las auténticas intenciones del invasor, que por segunda vez pretendía invadir el Perú. La primera invasión fue durante la guerra para disolver la Confederación Peruano Boliviana, aquella vez con el auspicio y complicidad de las altas clases sociales capitalinas.

Por si no fuera suficiente la participación de estos oficiales y tropa, después de perdida la guerra, los arequipeños de Mollebaya confrontaron a las tropas de la ocupación recibiéndolos con pedradas de honda. Mientras que los hombres de Yarabamba y Quequeña dieron muerte a la soldadesca chilena, que en represalia a esta acción procedieron a martirizar a estos bravos hombres. Si fuese cierto que Arequipa se rindió sin dar un tiro, sería porque todos los que podían coger un fusil estaban abandonados en los campos de batalla de Tacna, Arica y Moquegua. Incluso así, los arequipeños que quedaron se enfrentaron al enemigo con piedras y el filo de sus navajas.

Mariátegui debería leer un poco de historia, antes de agraviar sin fundamento la memoria de nuestros ancestros que nos heredaron sus espadas, pistolas y anécdotas que nos demuestran que no hace falta ser militar de carrera para dar la batalla en defensa de la patria. Su columnista antes de lanzar mitos inventados y reproducidos en los bares de los clubes de la alta burguesía limeña, debería leer a los historiadores que no podrían sustentar la mentira que con mala entraña se ha publicado en esta columna.


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